El aria «When I am laid in earth», también conocida como el Lamento de Dido, narra las últimas confesiones de Dido a su doncella Belinda antes de morir. Se trata de una chacona en la que el autor muestra una gran expresividad a través de figuras retóricas y otros recursos que consiguen arrastrar al oyente a un nivel más allá de la simple y placentera escucha. El texto, en inglés, es el siguiente:
When I am laid, am laid in earth, (Cuando yazca, yazca en la tierra)
May my wrongs create no trouble, no trouble in thy breast; (que mis errores no marquen cuitas a tu pecho)
Remember me, but ah! forget my fate, (Recuérdame pero, ¡ah! olvida mi destino)
Remember me, remember me, but ah! forget my fate.
La descripción musical del texto la encontramos en pasajes como la frase «cuando yazca en la tierra» que es expresada con un movimiento descendente de la melodía escrita en una serie de negras con puntillo-corcheas que aportan una sensación de gemido entrecortado por el propio llanto de quien se despide para siempre de su amante. Las lágrimas han aparecido en el bajo inicial como la figura retórica del pianto (llanto) (pares de semitonos descendentes) y que va a mantenerse a lo largo de todo el aria como basso ostinato. Hasta aquí tenemos el llanto (background) y el lamento entrecortado de Dido que aporta no sólo el texto sino también los figuralismos que nos hacen ver el momento (yace en la tierra, o mejor, hacia la tierra). Y digo ver porque más adelante, cuando las palabras son «remember me» (recuérdame) el autor escribe la música en una misma linea. Con esto es fácil imaginar a alguien que yacerá tumbada. Sin embargo y, en contra de lo que cabría esperar, el compositor escoge una nota aguda (RE). Imagino entonces a Dido yaciendo a un nivel superior, no en la tierra sino elevada como un alma que ha dejado de ser terrenal. El compositor nos aportará después la sorpresa de elevar aún más dicha nota (SOL por encima del pentagrama). Esta elevación no sólo suena a súplica (¡recuérdame, no me olvides!) sino también la posición del alma yaciente aún más arriba. Y no olvidemos el lamento «¡ah!» expresado a través de un melisma ascendente-descendente, como la cúpula del firmamento. Una vez más nos indica el más allá, como una curva hacia la espiritualidad más inmaterial.
Con todo ello, la escucha de esta pieza resulta realmente sobrecogedora y de una exquisita belleza musical. No obstante, y no es este el único caso, no todos los intérpretes son capaces de ir más allá, de dar un paso más en su interpretación, de leer entre lineas lo que realmente la música esconde. La mayoría se limitan a cantar de un modo técnica y musicalmente cercano a la perfección. La expresividad que aportan deriva sencillamente de la propia música y de un buen nivel técnico. La música, sin embargo, necesita el agente interpretativo para llegar al oyente. El autor escribe lo mejor que puede utilizando una notación que de ninguna manera contendrá íntegramente el mensaje (emociones, sentimientos) que el autor en su momento pudo querer escribir. Sin afán de llevarle la contraria a aquellos que como Stravinsky afirmaron que el intérprete tan sólo debe ejecutar, creo que el intérprete debe poner en sonido una serie de grafismos escritos en un papel y por tanto debe siempre y sin remedio aportar su particular versión de la obra. Gran responsabilidad y al mismo tiempo excelente oportunidad de adentrarse en las entrañas de la música. Y esto es lo que hace precisamente la soprano inglesa Enma Kirkby en su versión de Chandos Records Ltd. dirigida por su esposo, Andrew Parrot, y junto al Taverner Choir and Players. En dicha versión la soprano realiza un impresionante pianissimo al llegar al último SOL agudo a través del cual describe cómo el alma se convierte en un ente realmente sublime y espiritual mucho más allá del nivel alcanzado anteriormente. ¡Magnífica interpretación!
Aquí os dejo un enlace a video con partitura.